Cuando el año 2008 coincidimos en la FICOMIC de Barcelona con Quino, esa vez estaba muy bajoneado, ya que venía saliendo de una operación a la vista y al parecer no había quedado muy bien.
FICOMIC es la feria del cómic más grande del mundo de habla hispana. Ahí escuché la charla que Quino dió, en compañía de Raúl Vilches, encargado de industrias creativas de ProChile. Había más de 200 personas en un salón inmenso. Lo triste es que ya se fue, pero dijo antes de morir: “Me voy pero les dejo a Mafalda”.
Contarles cómo empezó a transitar en el cómic este artista mendocino es lo que ustedes ya saben. Me refiero a que, a mediados de los 60, la empresa de electrodomésticos argentina, Mansfield, encarga una historieta sobre la familia de clase media con publicidad y el periódico cae en manos de un joven que se abría paso como ilustrador. La campaña nunca se concreta, pero los dibujos se hacen y tienen como protagonista a una niña de cabello negro, muy curiosa, inteligentísima y preguntona, que va a desarrollar un profundo interés político, se va a encantar con Los Beatles, odiará intensamente la sopa y a veces pedirá a gritos: “¡Paren el mundo que me quiero bajar!”. Es Mafalda, el personaje universal que creó Quino, acaso el dibujante más célebre de Argentina.
Nacido en 1932, en Mendoza, como Joaquín Salvador Lavado, y desde niño conocido como Quino, murió en su ciudad natal, a los 88 años. Según la prensa argentina falleció por una descompensación, tras años aquejado de un glaucoma que lo tenía al borde de la ceguera. También debía moverse en silla de ruedas. “Después de que falleció su tía (Alicia Colombo, en 2017), Quino volvió a Mendoza”.
Ícono de la gráfica humorística latinoamericana, las creaciones de Quino se difundieron por el mundo de la mano de Mafalda, que aunque la dibujó solo entre 1965 y 1973, aún es publicada en más de 15 idiomas. De hecho, en 2014 recibió en España el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, por la “dimensión universal de su obra”. Y en 2015, recibió en Chile la Orden al Mérito Artístico y Cultural Pablo Neruda.
“Mis dibujos van de la relación entre los débiles y los poderosos. Eso siempre me ha obsesionado. Esa sensación de impotencia que tienen los pobres frente a los ricos, de los mandados frente a los amos”, dijo Quino en 2004, dos años antes de publicar su último libro.
A los 13 años, Quino ingresó a la Escuela de Bellas Artes de Mendoza, pero la dejó al cumplir 18. Cuando llegó a sus manos el encargo de Mafalda ya no era un novato: había hecho una exposición de sus dibujos y tenía un libro, “Mundo Quino” (1963). La primera vez que se publicó Mafalda fue en la revista “Leoplán”, el 29 de septiembre de 1964. Un año después, el personaje estalló al pasar al diario El Mundo.
En las primeras tiras, Mafalda solo aparecía acompañada por su padre, a quien interrogaba constantemente, pero luego Quino fue sumando personajes: sus amigos del barrio, Manolito, Susanita, Felipe, Miguelito y Libertad.
Tras el punto final, Mafalda empezó a ser publicada internacionalmente, fue un dibujo animado y creció hasta convertirse en un ícono de varias generaciones. “Mafalda es el personaje que me hizo famoso. A veces le tengo cariño; otras, rabia. Los días más felices los pasé cuando no tuve que dibujarla”, declaró Quino.
Entre otros libros, publicó “Bien, gracias, ¿y usted?” (1976), “Quinoterapia” (1985), “Potentes, prepotentes e impotentes” (1989), y el último “Simplemente Quino” (2016).